27 de septiembre de 2009

Charla / Debate: Historia de los Encuentros Nacionales de Mujeres



A 10 días del XXIV Encuentro Nacional de Mujeres que este año se realiza en Tucumán te esperamos a la charla/debate sobre la Historia de los Encuentros de Mujeres este viernes 2 de octubre en la Facultad de Humanidades de la UNLP. 48 e/ 6 y 7 a las 18 hs. aula 102


Organiza: Colectiva Feminista Las Furiosas

19 de septiembre de 2009

14 de septiembre de 2009



volante, actividad "No+ barbie", 8 de marzo de 2009

Herejes somos: "toda mujer puede ser lesbiana"

Sheila Jeffreys y el feminismo lesbiano

La heterosexualidad obligatoria como institución represora. La esclavitud sexual como cimiento. La dicotomía chica buena/chica mala como resultado. Y el salto de la práctica sexual a la revolución política

En su libro La herejía lesbiana (1996), Sheila Jeffreys desarrolla un análisis político sobre el lesbianismo y sus distintas características (lesbianismo feminista, separatista, esencialista, queer, sado/masoquista, pornográfico, etc.). En este artículo pensaremos sobre algunas de sus ideas. La concepción a la que adhiere la autora cuando habla de lesbianismo es la de una agradable elección que les sirve a las mujeres para huir de la institución política llamada heterosexualidad obligatoria. Esta retirada está basada en la autoestima, el amor por otras mujeres y el rechazo a la opresión masculina.
Jeffreys retoma la idea feminista de los años 70 sobre que “toda mujer puede ser lesbiana”. Al pensar al lesbianismo como una opción política revolucionaria, las mujeres lograríamos que los varones perdieran el fundamento de su poder sustentado en los servicios domésticos, sexuales, reproductivos, económicos y emocionales no remunerativos (subordinación de las mujeres dentro del hogar y fuera de él). Las lesbianas, al elegir a otras mujeres como depositarias de nuestras energías, desafiamos la norma heterosexual, cuyos mayores beneficiarios son los varones, lo que pone en entredicho la supremacía y opresión masculinas. El feminismo lesbiano trasforma lo que históricamente se consideró una práctica sexual, en una práctica política, y así desafía y denuncia a la institución política de la heterosexualidad como espacio de control político sobre las mujeres.
Jeffreys plantea “el deseo heterosexual” como “una erótica” de la desigualdad (con respecto a la otra y a la diferencia de poder). Por eso, desde este análisis lesbofeminista, la construcción de la sexualidad masculina constituye un peligro para los intereses de liberación de las mujeres, al apoyarse en la esclavitud sexual. En este sistema solo se puede elegir entre los papeles de chica buena y chica mala; nunca el de la libertad, el de la igualdad o el del empoderamiento. Y es que la sexualidad masculina gira en torno a la cosificación de las mujeres ─pornografía, violación, prostitución─. Por eso la autora ensaya que una posibilidad para todas las mujeres sería desarrollar una sexualidad lésbica en la que, aprendiendo unas de otras por medio de la exploración mutua de los cuerpos y mediante la lucha política, crearíamos relaciones igualitarias.
De esta forma, ningún aspecto de la vida privada se considera excluido del debate político. El sexo debe ser sometido a un análisis político como cualquier otro campo de la actividad humana porque “lo personal es político”. Muchas feministas entendemos las relaciones personales como un aspecto importante de las relaciones políticas; nuestra manera de relacionarnos tiene que reflejar nuestra visión y nuestro proyecto del mundo como feministas. Al lesbianismo lo pensamos como una elección política. Elegimos ─para el amor, el erotismo, el conocimiento y la lucha a la clase que nos enseñaron a desvalorizar─ las mujeres. Y así recuperamos la fuerza que se nos enseñó a negar para sostener los intereses de una sociedad patriarcal.
La perspectiva en que se define Jeffrey ─y hacia la cual nos estimula a pensarnos─ es una postura feminista antipatriarcal, antiimperialista y antirracista. Si bien la autora escribe la obra en la Inglaterra de los años 90, muchos de sus análisis nos sirven para reflexionar desde esta clase política que es nombrarnos como mujeres, mujeres lesbianas o lesbianas, entre otras categorías.
No pensamos el lesbianismo como una minoría: cuestionamos que la heterosexualidad sea un hecho natural que, por alguna misteriosa razón, la mayoría prefiere. La heterosexualidad como norma es una institución política que queremos destruir para la libertad de las mujeres. Para un mundo donde todas las mujeres también seamos libres. Por eso no pueden disociarse los intereses de las lesbianas y los de las mujeres como clase política, porque el objetivo es liberarnos de las opresiones que históricamente naturalizamos.
Como Sheila, muchas nos revelamos y proclamamos un feminismo lesbiano como herejía ante el patriarcado, y libertad, placer, disidencia y amor para las mujeres.



Lariza
Malas como las arañas – Lesbianas Feministas
www.malascomolasa.blogspot.com

en de-Generando nº2, Marzo 2009.

TODAS SOMOS SANDRA

El concepto de feminicidio nace en 1990 cuando Jane Caputo y Diana E.H. Russell publicaron en la revista Miss de septiembre-octubre, el artículo “Femicid: Speaking the unspeakable”.
La elaboración del concepto de feminicidio es un claro ejemplo de la relevancia de la producción de conocimiento para la orientación de las prácticas feministas. Al politizar los asesinatos de mujeres, Russel y Caputo, visibilizaron las relaciones de poder que subyacen a los mismos, permitiendo con dicho análisis pensar políticas que ataquen el problema desde sus raíces.
Las autoras definieron dicho concepto de la siguiente manera: “El asesinato de mujeres es la forma más extrema del terrorismo sexista. Una nueva palabra es necesaria para comprender su significado político. Pensamos que femicidio es la palabra que mejor describe los asesinatos de mujeres por parte de los hombres [=varones], motivados por el desprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad sobre ellas. El femicidio es el resultado final de un continuum de terror que incluye la violación, tortura, mutilación genital, esclavitud sexual, especialmente la prostitución, el incesto y el abuso sexual familiar, la violencia física y emocional, los asaltos sexuales, mutilaciones genitales (clitoridectomías e infibulaciones), operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías) heterosexualidad obligatoria, esterilizaciones y maternidades forzadas (penalizando la anticoncepción y el aborto), psicocirugías, experimentos médicos abusivos (por ej. la creación de nuevas tecnologías reproductivas), negar proteínas a las mujeres en algunas culturas, las cirugías estéticas y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que de estas formas de terrorismo resulta la muerte, se transforman en femicidio… Cuando la supremacía masculina es desafiada, el terrorismo es intensificado…las mujeres vivimos bajo este terror, luchemos contra él o no”. (Caputo, J.; Russell, D., en Fontenla, M., 2005:35)
Esta propuesta permite entender tales casos como producto de relaciones de poder y desigualdad entre mujeres y varones, en el marco de un sistema de opresión: el patriarcado. Si bien consideramos que se trata de un concepto universal, intentaremos comprenderlo a partir de la forma heterogénea en que se manifiesta según el contexto socio-histórico particular en que se sitúan los actos de violencia. Consideramos al patriarcado, siguiendo a Heidi Hartmann, como un conjunto de relaciones sociales que tiene una base material y en el que hay unas relaciones jerárquicas y una solidaridad entre los hombres [=varones] que les permiten dominar a las mujeres. (Hartmann, 1980: 97)

¿Por qué entender el asesinato de Sandra como un feminicidio?

Sandra se hizo presente en el Archivo del Ministerio de Economía de la ciudad de La Plata con el fin de reunirse en una entrevista de trabajo. Concentraba varias marcas que la posicionaban desventajosamente. Por un lado en el marco xenofóbico reinante en la Argentina, producto de diversas crisis a nivel nacional y global, la llegada de inmigrantes de países limítrofes se tradujo en una tensión expresada en los vínculos sociales con la conformación de dos bandos los inmigrantes y el ciudadano nacional, que perdura en la actualidad y tienen fuertes consecuencias en el plano laboral. Sandra era una inmigrante más que disputaba un puesto de trabajo, una actitud que continúa desafiando el rencor del ciudadano argentino y al contexto xenofóbico que lo interpreta como expropiación de sus espacios nacionales. De esta forma se hace visible la manera en que se articulan desventajosamente para Sandra la nacionalidad y la clase y se representa la realidad que los grupos inmigrantes deben enfrentar ante una población nacional que no los reconoce como ciudadanos ni como legítimos merecedores de oportunidades y condiciones laborales. Pero Sandra no era una inmigrante europea y blanca. Por el contrario, era una joven mestiza proveniente de Perú. Consideramos que la xenofobia que se respira en nuestro país, tiene de trasfondo un fuerte racismo que se remonta a los tiempos de la colonización de América. El genocidio que sufrieron los pueblos originarios por parte de los europeos perdura hasta nuestros días en la ideología racista existente en amplios sectores de la sociedad. La discriminación es atravesada, en este marco, por la pertenencia étnica. Si en el análisis intentamos dar un paso más, Sandra era una mujer y el cuerpo que en este caso lleva las marcas negativas de ser inmigrante, mestiza y desocupada es un cuerpo femenino, por lo que estos estigmas se potencian, implicando un desafío que va más allá de la xenofobia racista y la desocupación presentes en el país. Las marcas de etnia, clase y nacionalidad (ya negativamente valoradas, por pobre, mestiza y peruana), son juzgadas desde la óptica patriarcal y usará el cuerpo de Sandra como el territorio en el que impondrá el castigo ejemplificador para cualquier otra mujer que ose cruzar los límites. Con la muerte de Sandra no sólo se intentó disciplinar a una mujer, sino a una mujer genérica, pero a su vez esta agresión se dirige contra otro hombre también genérico, con el fin de demostrar fuerza y virilidad ante una comunidad, que si bien es de pares, mantiene un orden jerárquico. La muerte de Sandra está dirigida como agresión y como enunciado hacia el grupo de varones de su comunidad en términos étnicos, su muerte fue un acto expresivo de significado, un acto para otros, un acto para marcar y remarcar espacios de poder entre pares.
La condición de posibilidad para que este tipo de asesinatos tengan lugar, es un ambiente de extrema impunidad, ausencia de líneas de investigación consistentes, repetición de crímenes, privilegios y protección (directa o indirecta) a acusados, construcción de chivos expiatorios y, fundamentalmente, encubrimiento y complicidad del Estado y sus instituciones. En el caso de Sandra, ella desaparece el día 16 de febrero del 2007. Cuando los familiares fueron a hacer la denuncia ese mismo día a la comisaría Primera, los policías se negaron tanto a tomar la denuncia, como a entrar en el archivo del Ministerio para ver si Sandra estaba ahí, porque los familiares sabían que ese era el lugar de la supuesta “entrevista de trabajo”. Tuvieron que pasar 6 días para que la policía entrara al edificio para buscar a Sandra. Así fue como el 22 de febrero encontraron su cuerpo.
El caso de Sandra muestra un pacto entre varones que trasciende a los autores directos. La complicidad y el silencio se extienden a la policía encubridora, al ministerio de economía que prestó el lugar para el crimen, a la justicia y sus leyes patriarcales que mantienen impune al crimen y al gobierno que garantiza la impunidad, permitiendo, de hecho, que los feminicidios sucedan de manera sistemática, hasta en los edificios públicos de sus propias instituciones. La impunidad no es producto de los asesinatos sino la condición de posibilidad de los mismos.
Un estudio estadístico realizado por Susana Cisneros, Silvia Chejter y Jimena Kohanetc muestra que en la provincia de Buenos Aires entre los años 1997 y 2003 se produjeron 1.072 homicidios que pueden ser claramente caratulados de feminicidios. Dando una frecuencia de un feminicidio cada dos días y medio solamente en la provincia de Buenos Aires.
El carácter disciplinante del castigo impuesto a estas mujeres se refleja consciente e inconscientemente en la forma que desde los medios se instala el debate moral en la esfera pública sobre la víctima, es decir, qué límites han traspasado que las vuelven moralmente cuestionables. El poder patriarcal escribe sus mandamientos en el mismo cuerpo de las mujeres elegidas para el sacrificio, violación, tortura y muerte para toda mujer que se atreva a posicionarse como sujeto y decidir sobre su propio cuerpo y su propia sexualidad.
Creemos que la muerte de una mujer peruana desocupada y mestiza, encontrada en un organismo estatal tiene un significado político. El cuerpo de Sandra es el lugar de sometimiento de la otredad, donde no sólo se refuerza una posición con respecto a las fronteras de lo femenino, sino que se intenta transmitir, a su vez, un mensaje subordinante ante los varones culturalmente diversos y política y económicamente en desventaja. El concepto de feminicidio nos permitió descartar cualquier forma de explicación superficial y simplista, que aísle los asesinatos unos de otros al presentarlos como crímenes pasionales o conflictos privados. Por el contrario, visibiliza la relación de los mismos como el emergente de una violencia estructural en cuya base se encuentra la dominación masculina.

Luciana y Silvana.

en Revista de-Generando nº1 Noviembre 2008

La mujer habitada por Mujeres


La mujer, como referente, Una mujer… ¿Qué la caracteriza? ¿Quién dispone el contenido de esta categoría? La mujer como esencia, la mujer única, invariable ¿Quién es esa mujer? Me busco en ella y sólo hay fragmentos. Mis compañeras no están tampoco en ella. ¿A quién representa esa mujer?
¿La acción y el pensar revulsivo vienen de La Mujer? No…el cambio no deviene de la Mujer Una. Ella debe aceptar que está habitada por las otras. Su pelo rubio toma tonos rojizos, su ojo celeste frío se enciende de negro, sus labios se rellenan, sus caderas se ensanchan. Los colores andinos tiñen sus polleras, su deseo se desborda en múltiples sentidos. Su armónica familia estándar ahora no entiende de estereotipos, su dios cristiano no comprende a la Pachamama.
Soy afro, soy latina, soy lesbiana, soy mi compañera, soy empleada del supermercado, soy estudiante, soy tímida, un poco rea, la loca, obviamente histérica, soy Mujeres.
Somos muchas, amigables, fantasiosas, por ratos pesimistas, trabajadoras y detallistas. Somos compañeras, casi siempre inseguras, artesanas, enamoradizas, obstinadas y luchadoras.
Pluralicemos: mujeres y feminismos.
Un tiempo atrás…
En la década del ochenta las voces marginadas dentro del feminismo, rotaron el ángulo de la discusión. Ya no alcanzaba con hacer visible la desigualdad entre los géneros si no se reconocían también las diferencias entre las propias mujeres. Son las afroamericanas, las latinas, las lesbianas, entre otras, las que desplazan la atención desde el estereotipo mujer-blanca-clase media-heterosexual, hacia las múltiples formas de sometimiento que puede llegar a sufrir una mujer, por ser “otra diferente”. Es decir, se cuestiona la universalización de un estereotipo de mujer, que reproduce la exclusión dentro del mismo feminismo. La desigualdad entre los géneros se pensaba prioritariamente a partir de esa Mujer Una. Así comienza a exaltarse la diferencia sobre la que se conforma una identidad constitutiva que exige reconocimiento.
En un manifiesto del feminismo negro de Estados Unidos en 1977, las mujeres afroamericanas enuncian una fuerte crítica a la supuesta “sororidad” planteada entre las mujeres feministas. bell hooks escribía en los 80: “Cuando participé en grupos feministas, descubrí que las mujeres blancas adoptaban una actitud condescendiente hacia mí y hacia otras participantes no blancas. (…) No nos trataban como iguales. Y aunque esperaban que les proporcionáramos relatos de primera mano sobre la experiencia negra, sentían que a ellas les tocaba decidir si esas experiencias eran auténticas” Este tipo de declaración develó relaciones de desigualdad dentro del mismo feminismo; exigiendo un reconociendo en tanto mujeres y negras y haciendo explícita la urgencia de ser escuchadas al margen de una mirada “paternalista” y del interés exótico con que eran consideradas.
Como en su momento saltaron las afro, junto a tantos otros grupos de mujeres excluidas por no responder al modelo impuesto, ahora es el momento de hablar y actuar en plural porque somos muchas y diferentes. La salida es colectiva, como decía Simone, y eso implica que nos pensemos y enunciamos como Mujeres, con el fin de desnaturalizar a la mujer designada por los otros. Somos mujeres pero diferentes, somos distintas pero con iguales derechos. Historias y luchas que nos particularizan pero una opresión compartida. Una desobediencia común que nos da coraje contra los muchos patriarcas que debemos enfrentar en etapas distintas: a veces un padre, o un hermano, un jefe, un profesor, unos cuantos policías, un marido, un sacerdote; multiplicados por las formas que toman estos roles en otras culturas…
Soy una mujer pero habitada por muchas otras. Mujeres que me acompañan y no me encierran en un estereotipo, un molde único.
Día de las mujeres, todas, diferentes, pero compartiendo una misma actitud, una misma pelea… basta de desigualdad, de sometimiento, de golpes y roles impuestos, de maternidad impuesta. De heterosexualidad obligatoria, de salmos los domingos, de palabras no dichas, de lugares secundarios y acciones invisibilizadas…
Ahora... Somos…Nosotras….muchas

Silvana Sciortino
en de-Generando nº2, Marzo 2009

13 de septiembre de 2009

OYE MUJER

Oye mujer

(canción de Aterciopelados)

Oye mujer
Eres un ser humano
O la fantasía erótica de algún fulano

Hace muchas lunas
Unos hombres celosos por el misterioso poder de la vulva
De la mujer fecunda
Crearon una muñeca esbelta y caliente
Para calmar su lujuria
Para enajenarnos y despojarnos
De nuestros poderes cósmicos

Objeto sexual
Pedacito de carne
Con complejo de BarbieLetra de Oye mujer - Aterciopelados - sitiodeletras.com
Mujer / a no dejarse utilizar
Cierra los ojos y verás

Mujer bonita con poca ropita
Son tus encantos afilados dardos
Contra ti misma, contra lo femenino
Tan desviado, deformado y mil veces ultrajado

A ver mujer
Muéstrame el alma
A ver mujer
Menea tu aura
A ver mujer
Sacude ese karma