2 de noviembre de 2012

Justicia para Sandra

2 de noviembre. Algunas reflexiones Después de 6 años de lucha nos encontramos frente al día de la sentencia del Juicio por Sandra Ayala Gamboa. Nuestro reclamo desde el día del femicidio fue “Justicia por Sandra” y bajo esa bandera nos unimos diferentes organizaciones de mujeres, feministas y de DDHH para que no haya impunidad, para exigir justicia, por Sandra y por todas las mujeres. Desde un primer momento las organizaciones expresamos que este crimen era un femicidio, la expresión de la violencia contra las mujeres dentro de una cultura machista donde los varones se consideran dueños de la vida y los cuerpos de las mujeres. Lo relacionamos con los más de 200 femicidios por año que padecemos en Argentina. A medida que los hechos que llevaron al femicidio de Sandra fueron conocidos fuimos entendiendo que detrás del violador y del femicida implicado (Diego Cadícamo) existe una poderosa red de complicidades que implica a 4 ADN aún no investigados. En el proceso por justicia para Sandra fuimos dándonos cuenta que este femicidio no involucra a un violador aislado sino a una posible red de trata con una serie de complicidades a distintos niveles: estatal, policial, judicial, etc. Curiosamente el modus operandi de la violación y femicidio de Sandra es el mismo que tienen las redes de trata para secuestrar mujeres para la prostitución: una falsa oferta de trabajo para mujeres en situación de vulnerabilidad económica, en este caso inmigrante reciente, seguido del secuestro para la explotación sexual. En este caso con el agravante de que fue convocada a un edificio del Estado donde fue violada y asesinada. La Justicia parece no hacerse eco de esto que aparece como la punta del icerberg de una poderosa red a la que posiblemente esté ligada, teniendo en cuenta que alrededor de 400 mujeres son secuestradas y desaparecidas en Argentina por las redes de prostitución. Lejos de atender a lo que venimos denunciando: femicidio en el marco de una posible red de trata para la prostitución, la Justicia hizo todo lo posible para que el caso se cierre detrás de la condena al violador Cadícamo a quien se lo describió como “violador serial”, como enfermo incluso llegando a compararlo con el “Petiso Orejudo” centralizando todo el discurso en la conducta enferma de este sujeto invisibilizando la violencias sistemáticas que sufrimos las mujeres en este sistema, negando la posibilidad de dar con los otros responsables del femicidio. No podemos dejar pasar que después de 6 años de lucha y de investigación sólo tenemos un imputado. EXIGIMOS se investiguen los ADN que se encontraron en el cuerpo de Sandra y que se incluya la sospecha de una red de trata detrás de este asesinato porque creemos que es la única manera de empezar a romper esta red de complicidades criminales que existen detrás de la prostitución. Colectiva Feminista Las Furiosas

18 de enero de 2012

Con todos los derechos vulnerados

Me siento a escribir y se me paralizan las manos, me desgarra la indignación. Siento como dice Liliana Felipe que si no escribo contra la violencia soy cómplice de ella.

En Entre Ríos, una niña de 11 años, pobre, fue violada y producto de esta violación quedó embarazada. Al igual que otras tantas niñas y adolescentes quedó embarazada antes de poder disfrutar de una relación sexual. El pedido que hizo su familia de aborto no punible (derecho que le corresponde por estar su situación contemplada en el art. 86 del Código Penal) fue judicializado innecesariamente involucrando la opinión de los jueces que probablemente nunca fueron violados ni enfrentaron un embarazo no deseado, en la decisión sobre el cuerpo y la vida de la niña. Me pregunto ¿quién debe velar por la seguridad, la integridad, el futuro y la salud de esta niña? ¿La Iglesia católica? ¿El Estado argentino? ¿Los jueces?

El ministro de Salud provincial parece que tiene en sus manos decidir si es una niña preparada o no para llevar adelante un embarazo y ser madre. Y opina que sí, que ya tuvo su primera ovulación y por lo tanto es una incubadora perfecta a pesar de que hay decenas de estudios que indican los riesgos altísimos que tiene el embarazo para el crecimiento saludable de esta niña aún en formación. Además de los riesgos sobre la salud mental, marcada a fuego por la violación a que fue sometida. Una niña que no solo tuvo que soportar el daño físico y psíquico de la violación sino que tiene que soportar un embarazo no deseado, un hijo no deseado, y todos los problemas físicos y psíquicos que pueda provocarle el mismo, como una condena que le impartimos como sociedad para que sienta de chiquita que es mujer y que está desamparada. Que su destino es inevitablemente la maternidad prematura y forzada.

Con todo, pareciera que las mujeres estamos lejos de ejercer nuestros derechos como ciudadanas libres, pareciera que la ovulación nos ata a la maternidad linealmente sin que medie una decisión, una elección, un deseo. Ovular es igual a ser madre, como si la maternidad fuese una función natural de las mujeres que, desde el criterio de estos funcionarios seguimos en la inmanencia. “La naturaleza es sabia, una vez que tiene su primera menstruación el cuerpo está preparado” dijo el Ministro de Salud de la provincia para justificar su decisión política de que esta niña cargue con el embarazo, en un discurso biologicista y objetivante que analoga las mujeres – niñas lisa y llanamente a una incubadora, el cuerpo como envase como objeto portable de embarazo.

“Este debería ser el caso testigo que toque las puertas del gobierno” dijo hoy Víctor Hugo en su programa radial. Y sí, porque en esta niña se condensan todas las violencias: hay violencia sexual física, hay violencia institucional por parte del Hospital que se niega a garantizar el derecho al aborto no punible, hay violencia por parte del Estado por no garantizar la interrupción del embarazo y por llamarse al silencio, por no intervenir en la restitución de los derechos de esta niña.

Que más tiene que pasar para que se tomen medidas tendientes a garantizar los derechos de las mujeres y niñas: derecho a elegir sobre el propio cuerpo, derecho a que no lo violen, no lo maltraten, no lo embaracen y el derecho a la interrupción del embarazo como derecho humano fundamental.

Magalí 18/01/2012