18 de enero de 2012

Con todos los derechos vulnerados

Me siento a escribir y se me paralizan las manos, me desgarra la indignación. Siento como dice Liliana Felipe que si no escribo contra la violencia soy cómplice de ella.

En Entre Ríos, una niña de 11 años, pobre, fue violada y producto de esta violación quedó embarazada. Al igual que otras tantas niñas y adolescentes quedó embarazada antes de poder disfrutar de una relación sexual. El pedido que hizo su familia de aborto no punible (derecho que le corresponde por estar su situación contemplada en el art. 86 del Código Penal) fue judicializado innecesariamente involucrando la opinión de los jueces que probablemente nunca fueron violados ni enfrentaron un embarazo no deseado, en la decisión sobre el cuerpo y la vida de la niña. Me pregunto ¿quién debe velar por la seguridad, la integridad, el futuro y la salud de esta niña? ¿La Iglesia católica? ¿El Estado argentino? ¿Los jueces?

El ministro de Salud provincial parece que tiene en sus manos decidir si es una niña preparada o no para llevar adelante un embarazo y ser madre. Y opina que sí, que ya tuvo su primera ovulación y por lo tanto es una incubadora perfecta a pesar de que hay decenas de estudios que indican los riesgos altísimos que tiene el embarazo para el crecimiento saludable de esta niña aún en formación. Además de los riesgos sobre la salud mental, marcada a fuego por la violación a que fue sometida. Una niña que no solo tuvo que soportar el daño físico y psíquico de la violación sino que tiene que soportar un embarazo no deseado, un hijo no deseado, y todos los problemas físicos y psíquicos que pueda provocarle el mismo, como una condena que le impartimos como sociedad para que sienta de chiquita que es mujer y que está desamparada. Que su destino es inevitablemente la maternidad prematura y forzada.

Con todo, pareciera que las mujeres estamos lejos de ejercer nuestros derechos como ciudadanas libres, pareciera que la ovulación nos ata a la maternidad linealmente sin que medie una decisión, una elección, un deseo. Ovular es igual a ser madre, como si la maternidad fuese una función natural de las mujeres que, desde el criterio de estos funcionarios seguimos en la inmanencia. “La naturaleza es sabia, una vez que tiene su primera menstruación el cuerpo está preparado” dijo el Ministro de Salud de la provincia para justificar su decisión política de que esta niña cargue con el embarazo, en un discurso biologicista y objetivante que analoga las mujeres – niñas lisa y llanamente a una incubadora, el cuerpo como envase como objeto portable de embarazo.

“Este debería ser el caso testigo que toque las puertas del gobierno” dijo hoy Víctor Hugo en su programa radial. Y sí, porque en esta niña se condensan todas las violencias: hay violencia sexual física, hay violencia institucional por parte del Hospital que se niega a garantizar el derecho al aborto no punible, hay violencia por parte del Estado por no garantizar la interrupción del embarazo y por llamarse al silencio, por no intervenir en la restitución de los derechos de esta niña.

Que más tiene que pasar para que se tomen medidas tendientes a garantizar los derechos de las mujeres y niñas: derecho a elegir sobre el propio cuerpo, derecho a que no lo violen, no lo maltraten, no lo embaracen y el derecho a la interrupción del embarazo como derecho humano fundamental.

Magalí 18/01/2012

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